Loading

El albor de un nuevo día 

El albor de un nuevo día surgía el 28 de agosto de 1929 en Tacna, una ciudad ubicada en el extremo sur del Perú. Aquel día “debió amanecer frío, luminoso y fragante. El efluvio de hojas húmedas, los primeros capullos, la resina y la greda que exhalaba la campiña circundante perfumaban la ciudad” —escribiría años después el historiador Luis Cavagnaro Orellana.​1​ 

Tacna, luego de casi cincuenta años bajo dominio chileno tras el infortunio de la Guerra del Pacífico, volvía finalmente al regazo de la patria peruana. Durante décadas, su destino había estado suspendido en la historia, pero aquel 28 de agosto de 1929, desde las primeras horas del día, las delegaciones de Perú y Chile se reunieron para concretar la entrega de diversas instalaciones públicas en la ciudad de Tacna. Al mediodía, una multitud se congregaba en el Pasaje Vigil, cercano a la prefectura, expectantes ante la inminente firma del acta de entrega de Tacna al Perú. Cuando esta se concretó, “el canciller del Perú y el delegado de Chile se abrazaron en silencio” 1​, marcando así el fin de una larga disputa y el comienzo de una nueva esperanza. 

Fue entonces que el presidente de la delegación chilena, Gonzales Robles, reconoció que el camino hacia la reconciliación no había sido fácil, marcado por “asperezas de orgullo” y “recuerdos dolorosos” que dificultaron el entendimiento entre ambos pueblos. 

A su turno, el representante peruano, Pedro Rada y Gamio, elevó su voz con palabras que resonaban como una oración nacional: 

“Cuando los pueblos tienen fe en sus destinos […] ingresan a la tierra de promisión.” 

Y al recibir a Tacna, en nombre del presidente Leguía, invocó a los libertadores y rogó para que “la amistad del Perú y Chile sean tan perdurables como el sol que nos alumbra […] y porque sus triunfos y sus glorias no tengan jamás ocaso, todo bajo la protección de Dios”. 

Desde la antigua prefectura —actual Archivo Regional—, la comitiva se dirigió solemnemente a la Plaza de Armas. Las campanas de la iglesia resonaban, dando la noticia de que la entrega de Tacna al Perú era una realidad. 

“El cortejo, entre aplausos y vítores de los espectadores, avanzó por la calle San Martín, precedido por una bandera de dimensiones oficiales, […] [hasta que] finalmente la comitiva oficial llegó a la Plaza de Armas.” Allí se realizaría el acto más esperado: el izamiento de la bandera peruana en el balcón central de la Casa de Gobierno. 

Pero entonces, ocurrió lo inesperado. “Se oyó un toque de atención. Se escuchó el himno chileno y, en un silencio sepulcral, se arrió la bandera chilena”. Al intentar izar la enseña peruana, la cuerda cedió bajo el peso y se rompió. “Desconcertados, después de tensa espera, sin encontrar solución para que se pudiese izar la bandera peruana, […] no tuvieron más alternativa que continuar con las ceremonias programadas”. 

Mientras se instalaban las autoridades municipales, algo extraordinario sucedió en la plaza. “Ocho mil almas (comenzaron a cantar) el himno, en tanto se izaba el pabellón; había delirio indescriptible. ¡Qué milagro había ocurrido! ¿Qué portento había cambiado el rumbo de los acontecimientos?” 

Y fue entonces que, “frente a la angustia, a la decepción, desconcierto y turbación que vivía, […] de la multitud surgió un joven que ágil como un felino subió a la torre [de la catedral] y le daban aliento, con el pensamiento para que llegase a lo más alto sin ningún percance y cumplió su cometido. […] Allí izó la bandera que representaba para Tacna su vuelta al regazo de la Patria”. Mas tarde se conocería que el nombre de este joven era Edgard Empson Gallego. 

Foto de portada del diario “La Crónica”, Lima, 28 de agosto de 1929.

Portada del diario “La Cronica” de Lima, mostrando la bandera izada en la torre izquierda de la iglesia matriz inconclusa, el 28 de agosto de 1929.

Fuente: Cavagnaro Orellana, L. V. (2019). Materiales para la Historia de Tacna: Reincorporación (1927-1930).

Y fue entonces que, “frente a la angustia, a la decepción, desconcierto y turbación que vivía, […] de la multitud surgió un joven que ágil como un felino subió a la torre [de la catedral] y le daban aliento, con el pensamiento para que llegase a lo más alto sin ningún percance y cumplió su cometido. […] Allí izó la bandera que representaba para Tacna su vuelta al regazo de la Patria”. Mas tarde se conocería que el nombre de este joven era Edgard Empson Gallego. 

“La multitud aplaudió largamente la presencia del pabellón nacional (…) y los pechos vibraron los vivas al Perú, a Tacna libre y al presidente Leguía”, presidente del Perú en ese entonces. 

En esos rostros se advertía “una sensación inexplicable, plena de emoción y de singularísima satisfacción al ver que se coronaba uno de los anhelos más acariciados del pueblo que supo esperar”. 

En aquel instante, “Algo flotaba en el ambiente de solemne y de grandioso. Las aclamaciones a la patria iban caldeándose, el fervor de la multitud parecía haberse contagiado de intensa alegría y se coreó el Himno Patrio con unción indescriptible”. 

“Nunca paréceme haber oído de labios humanos más ternura y calor en el canto de ‘Somos Libres’, como una plegaria de gratitud por la libertad que se alcanzaba y como una imprecación al destino por tan larga como cruel adversidad”, se escribiría más tarde, intentando atrapar con palabras lo que solo los corazones de aquel pueblo sabían con certeza: que Tacna, finalmente, era libre.​1​ 

Al día siguiente, el periódico Deseret News, publicado en Salt Lake City, Utah, daba la noticia: “Chile regresa Tacna al Perú”. En la nota periodística se informaba sobre el retorno de esta heroica ciudad al territorio peruano, así como sobre las celebraciones y actividades realizadas en Lima con motivo de tan significativo acontecimiento.​2​ 

Un niño entre dos patrias 

Ese mismo año en que Tacna volvió al regazo del Perú, pocos meses antes de que se izara la bandera nacional en la Plaza de Armas, nacía un niño llamado Mario del Carmen Jiménez Santa María. Nació el 16 de junio de 1929, y fue inscrito como ciudadano peruano. 

Durante sus primeros años, Mario asistió a la escuela primaria en Tacna. Pero la estabilidad de esos días fue breve. Siendo aún un niño, sus padres se separaron, y su vida tomó un nuevo rumbo. Su padre, Narciso Jiménez, lo llevó al valle de Lluta, en Arica. 

La vida entre Tacna y Arica no era simplemente un cambio de ciudad. Eran dos realidades unidas y divididas por los efectos de una guerra cuyas consecuencias seguían presentes en la vida cotidiana. Mario, apenas un muchacho, crecía entre esas dos orillas. Su padre había nacido en Tarapacá​3​, y su madre, Juana Santa María, al igual que él, había nacido en territorio que para ese entonces ya estaban bajo dominio chileno​4​. Como tantas otras, su familia viviría en ambas partes de la frontera, dos culturas, y una memoria común que no reconocía fronteras. 

Durante su adolescencia, Mario fue enviado a Iquique para continuar sus estudios secundarios en el Iquique English College, un colegio de orientación norteamericana y corte metodista. Allí, la vida seguía un ritmo distinto: las clases eran en inglés, las oraciones también, y hasta en el comedor se hablaba esa lengua. Todo funcionaba bajo una rutina estricta, y como recuerda Mario: “si no hablabas inglés, no comías”.​5​ 

En ese entorno, Mario se fue abriendo paso. Aprendió un nuevo idioma, y con el estudio constante de la Biblia, lo religioso no le fue algo extraño. Poco a poco, comenzó a integrarse, no solo académicamente, sino también en la vida cotidiana del colegio. Por esos años, sus dotes como deportista ya comenzaban a destacar. 

Vetas de cobre 

No era ingeniero ni geólogo, pero desde joven sentía una atracción casi instintiva por los minerales. Juan Oviedo Villegas, comerciante arequipeño​6​, había recorrido los Andes del sur del Perú en busca de señales de algún posible lugar con minerales para explotar. Inspirado por los modelos de explotación en Chile y Estados Unidos, comenzó a sospechar que Toquepala podía albergar un yacimiento de pórfido de cobre, como aquellos que ya se explotaban más al sur. Lo movía una mezcla de intuición, lecturas históricas y testimonios de la gente del lugar.​7​ 

Por aquel tiempo, Toquepala era una zona conocida pero apenas explorada. Existían indicios de que los españoles ya sabían de su existencia durante la época colonial, aunque su potencial cuprífero no despertó mayor interés en ese entonces. Más adelante, durante la ocupación chilena de la región tras la Guerra del Pacífico, geólogos chilenos habrían visitado la zona del yacimiento​7​ . 

Convencido del potencial oculto en esas tierras, Oviedo comprendió que necesitaba el respaldo de una gran compañía. Se acercó entonces a la Cerro de Pasco Corporation, la empresa minera más influyente del país. Cerro de Pasco Corporation envió a su geólogo jefe a recorrer la zona junto a él. El informe fue favorable. Poco después, la empresa arrendó el proyecto y dio inicio a las primeras perforaciones.​7​ 

Según relata el historiador Fortunato Zora Carbajal, Oviedo había contactado al ingeniero norteamericano Alejandro Holod, quien había llegado al Perú en 1932. Tras escuchar de boca de Oviedo sobre las vetas de cobre, Holod realizó su propia evaluación técnica y confirmó su valor. En agradecimiento, Oviedo le cedió —de forma verbal— el 50% de sus denuncios. Años más tarde, en 1939, Holod vendió su parte a Cerro de Pasco Copper Corporation por 14,400 dólares. Oviedo, aún considerándose el propietario original, vendió también su participación en 1941 a la Northern Peru Mining Corporation por 300,000 dólares. Esto dio lugar a un largo litigio, “La Cerro de Pasco pierde el juicio y se aviene a un arreglo, considerándose ahora copropietaria de las fabulosas minas”.​6​ 

En la década siguiente, los derechos mineros que habían nacido con los denuncios de Oviedo terminaron en manos de la Northern Peru Mining and Smelting Company, una subsidiaria de la American Smelting and Refining Company. Según un relato de Oviedo, esto fue porque la Cerro de Pasco consideraba muy costoso el desarrollo de ese proyecto. ​7​  

Como era necesario tan grande inversión para el desarrollo de este proyecto minero, se unieron a ella Cerro de Pasco Corporation, Phelps Dodge Corporation y la Newmont Mining Corporation, formando estas cuatro empresas el consorcio que daría vida a Toquepala bajo la nueva empresa Southern Peru Copper Corporation, como gran centro minero del sur.​8​ 

Rostros desconocidos 

A mediados de la década de 1940, Mario Jiménez vivía aún en Chile. En aquel lugar clientes llegaban al negocio de su padre, una pequeña tienda que era a la vez panadería, bodega y abarrotería. 

Una noche, sin anuncio alguno, tuvo un sueño que recordaría para siempre. 

Se vio a sí mismo sentado en una escalera de piedra, justo en la entrada del negocio de su padre. A su lado, la chacra dormía en silencio. El aire era tranquilo, como si el valle entero se hubiera detenido. Frente a él apareció un globo, suspendido en el aire, que contenía fotografías de hombres desconocidos. 5​ Rostros que no identificaba, algunos de avanzada edad, vestidos con una formalidad que no supo explicar. 

En aquel entonces, nada de aquello tenía sentido. No conocía a esos hombres, ni el mensaje de aquel extraño sueño. Pero el sueño se quedó con él, grabado en la memoria como un susurro que no se desvanece con los años. 

La búsqueda de un camino 

Un poco más al norte, en Arequipa, vivía Juana Tejada Cáceres, una niña que nació el 24 de junio de 1938 en punta de bombón. Su infancia transcurrió en esta parte de Arequipa. Pero cuando aún era muy joven, la vida cambió abruptamente: su padre falleció. Poco tiempo después, Juana dejó su hogar para ir a vivir con una de sus hermanas en la misma ciudad de Arequipa. 

Desde pequeña, sentía un fuerte amor por su religión. Le gustaba ir a misa, escuchar las enseñanzas y orar. Tanto era su entusiasmo, que en un momento de su adolescencia sintió el deseo de consagrar su vida a Dios, ingresando a un convento. 

Un día, tomó valor y se acercó al lugar. Lo recuerda con claridad. La conversación ocurrió a través de un sistema de ventanas en la pared, diseñado para hablar sin ver directamente a la persona del otro lado. Desde el otro lado, una voz serena pero firme le explicó que, para ingresar, debía pagar mil soles, que en ese tiempo era mucho dinero. “No sabía que había que pagar ese monto, y no tenía el dinero”, recuerda.​9​ 

Aquel momento, breve pero decisivo, marcó un giro. Su deseo de servir a Dios no desapareció, pero el camino que había imaginado ya no parecía posible. Aún no lo sabía, pero otros caminos —y otras respuestas— llegarían con el tiempo. 

Una vida guiada por fe 

En St. David, Arizona, se vivía un espíritu especial durante una conferencia de estaca. Marene Wood, recién regresada de su misión, había llegado desde Tucson, sin imaginar que aquella reunión se convertiría en una escena inolvidable de su vida. Durante su servicio misional, había recibido una asignación especial del entonces élder Harold B. Lee: trabajar con una joven. Gracias a esa experiencia, ya había tenido contacto con él y con su familia. 

Marene Wood y Ora Lunt en la Misión México.

La imagen muestra a las misioneras Ora Lunt y Marene Wood en lo que parece ser una pila bautismal, posiblemente ubicada en la Ciudad de México, durante su servicio misional.

Fuente: FamilySearch. Mexico Mission – Ora Lunt and Marene Wood.

Harold B. Lee con misioneros en México, noviembre de 1944

Conferencia misional realizada en noviembre de 1944 en Ciudad de México, México, con la participación del élder Harold B. Lee, su esposa y los misioneros asignados al país en ese tiempo.

Fuente: FamilySearch. (s.f.). 1944 Elder Harold B Lee, Missionaries.

Cuando el élder Lee la vio entre los asistentes, la reconoció de inmediato y pidió que se pusiera de pie para compartir un mensaje. La invitación la sorprendió, pero subió al estrado y, con sencillez, compartió su testimonio. Recordó lo que había aprendido como misionera: que los miembros de la Iglesia deben dar la bienvenida a todos con una sonrisa sincera. “Y ahora me encuentro aquí, en esta reunión, buscando a alguien que me sonría a mí”, dijo estando en el pulpito. Después de que Marene compartiera con la congregación su reflexión sobre la importancia de sonreír a quienes llegaban a la Iglesia, el élder Lee comentó, dando a entender que ojalá entre los presentes alguien respondiera con una sonrisa. Aunque fue dicho de manera ligera y con un poco de humor, aquellas palabras dejaron una impresión profunda en Marene. 

Después de la reunión, el élder Lee la llamó al estrado. Hablaron, entre otras cosas, sobre con quién debería casarse. Tiempo atrás, él también le había dado una bendición a Marion Carl Robinson mientras este servía en el ejército. Marion era un joven que Marene había conocido en la escuela secundaria en Colonia Juárez, México. Aunque él era de Colonia Dublán, México, formaba parte de un grupo de jóvenes que compartía muchas actividades con las chicas de Juárez. Tiempo después, una amiga se le acercó y le preguntó en tono ligero: “¿Por qué no te casas con Marion?” A lo que Marene respondió riendo: “Mi mamá siempre dice que soy la amiga de todos y la novia de nadie.” Pero al final, entre bromas y decisiones compartidas, Marene y Marion se casaron unos meses más tarde. Todo ocurrió de manera natural, como si el camino ya hubiera estado trazado.​10

 Boda de Marene Wood y Marion Robinson

Fuente: FamilySearch. Wedding photo – Marene Wood y Marion Robinson.

Marene Wood Robinson había nacido el 20 de octubre de 1924 en Colonia Juárez, Chihuahua. Provenía de una familia pionera de la Iglesia que se había establecido en el norte de México con motivo de la persecución que sufrieron algunos miembros de la iglesia a causa del matrimonio plural. Era parte de la tercera generación de santos en la región, y creció en un hogar profundamente religioso, rodeada de sus ocho hermanos. Estudió en la Juarez Stake Academy, una escuela secundaria de la Iglesia, y desde niña aprendió a hablar español, lo cual le fue muy útil durante su servicio misional. 

A los 19 años, en plena Segunda Guerra Mundial, recibió su llamamiento para servir en México. Sirvió entre 1943 y 1945, principalmente en Monterrey y Ciudad de México. En esa época, posiblemente debido a la escasez de misioneros varones, las mujeres eran llamadas antes de los 23 años, edad en la que las mujeres solían salir al campo misional. Para Marene, aquella experiencia fue decisiva: fortaleció su testimonio y despertó en ella un profundo deseo de estudiar, leer y comprender el Evangelio con mayor profundidad. 

Después de casarse con Marion, vivieron durante cuatro años en Colonia Dublán, trabajando junto a la familia de él en el rancho. Más adelante, Marion fue contratado para trabajar en un programa binacional entre México y Estados Unidos, enfocado en la erradicación de la fiebre aftosa en el ganado. Esto los llevó a vivir en pueblos de Oaxaca, en el sur de México, donde inspeccionaban animales en zonas rurales. 

Años después, ya con hijos pequeños, regresaron brevemente a Tucson, Arizona. Fue entonces que surgió una oportunidad inesperada: una nueva compañía minera en Bisbee, Arizona, necesitaba trabajadores. Allí se establecieron por cuatro años, y fue en Bisbee donde, como Marene recordaría más tarde, su vida en la Iglesia realmente comenzó. Ella, junto a su hermana Hannah y su esposo, asumieron responsabilidades claves en su barrio y participaron activamente en el fortalecimiento de la obra. La familia estaba creciendo y también lo hacía su fe.​10​ 

El barrio de Bisbee estaba compuesto por unas pocas familias de Santos de los Últimos Días que vivían en el pueblo minero del mismo nombre y en sus alrededores, en el condado de Cochise, Arizona. En ese pequeño grupo de miembros comprometidos, se llamó a Warren T. Smith como presidente del comité de construcción del barrio. Unos meses más tarde, el 29 de noviembre de 1953, se extendió un nuevo llamamiento: Marion Robinson fue sostenido como secretario del barrio, iniciando así un período de servicio que lo conectaría aún más profundamente con la vida de la Iglesia y su comunidad local.​11​ 

Minería y destino: caminos que se cruzan 

En aquellos años, la minería era una actividad estratégica, vital tanto para el crecimiento económico como para los esfuerzos en la segunda guerra mundial. Muchos ingenieros norteamericanos fueron llamados a ocupar posiciones clave en esta industria. Kuno Doerr Jr., quien “nació, por así decirlo, en una fundición, y vivió con prisa, siempre necesitando terminar el trabajo”, fue uno de ellos. Su labor en diversas compañías, y su colaboración en la compra de minerales junto a Edward McL. Tittmann en Salt Lake City, reflejan cómo la minería y la preparación de estas personas se entrelazaron en esos años para impulsar proyectos mineros a gran escala en diversas partes del mundo.​12​ 

Mientras tanto, en el Perú, se abría camino un proyecto que cambiaría para siempre la historia minera del sur. El 12 de diciembre de 1952 se organizó Southern Peru Copper Corporation (SPCC) bajo las leyes del estado de Delaware, “con el objeto de adquirir y explotar propiedades mineras en la republica del Peru”​8​  y, “Se iniciaron las conversaciones con el gobierno peruano en 1952 y, en enero de 1953, la junta directiva de [Southern Peru Copper Corporation] autorizó las operaciones comerciales en Perú.” Poco después, se presentó y aprobó la solicitud para abrir el proyecto Toquepala, apostando a un futuro que aún estaba por construirse. Para afianzar su presencia, “el 6 de noviembre de 1954 se creó una sucursal peruana de [Southern Peru Copper Corporation], lo que permitió a la compañía mantener activos, incurrir en pasivos y realizar operaciones en Perú.​7​ 

El 27 de octubre de 1955, una noticia apareció en las páginas del Deseret News de Salt Lake City, anunciando un cambio que resonaría más allá de los Estados Unidos. “Edward McL. Tittmann, recientemente gerente general del departamento occidental de American Smelting and Refining Co. en Salt Lake City, fue elegido presidente y director ejecutivo de Southern Peru Copper Corp. el miércoles en la ciudad de Nueva York”. ​13​ 

Para entonces, el trabajo en el Perú ya había comenzado a tomar forma concreta. “El contrato firmado el 28 de abril de 1955 con el gobierno peruano permitió el desarrollo de la mina Toquepala y la construcción de una fundición en Ilo, en la costa del Pacífico”.​7​ 

Una nueva oportunidad, un nuevo país 

Para trabajar en el Perú, uno de los requisitos esenciales para los norteamericanos era poder comunicarse en español. Por eso, muchos de los trabajadores seleccionados fueron hombres que provenían de las colonias mormonas en México o eran misioneros retornados que hablaban el idioma​14​.  

Uno de ellos era Warren T. Smith, miembro del mismo barrio en Bisbee donde Marion y Marene Robinson asistían, quien había sido invitado a asumir nuevas responsabilidades en el extranjero. Para todos ellos, era una experiencia inédita: “en un país nuevo del que no sabíamos nada: el Perú. Ahí fue donde comenzó todo”, recordaría más tarde Marene Robinson.​10​ 

Warren Tenney Smith

Fuente: FamilySearch. Warren Tenney Smith.

Sombrero de Nueva York adquirido por Warren Tenney Smith.

Sombrero que Warren Tenney Smith compró en Nueva York durante un viaje realizado en 1955 o 1956 para participar en reuniones de planificación relacionadas con el inicio de operaciones en la mina de cobre de Toquepala, Perú. En ese tiempo, Warren estaba en comisión de servicio de Phelps Dodge hacia Southern Peru Copper Corporation como superintendente de la mina.

Fuente: FamilySearch. (s.f.). New York Hat – Warren Tenney Smith.

Cuando surgió la oportunidad de mudarse a un país distante, Marion y Marene Robinson tuvieron que enfrentar una decisión difícil. La pregunta que pesaba sobre ellos era clara: ¿debemos ir? Marion, recordaba Marene, tenía muchas dudas. Habían trabajado con compañías mineras locales donde la vida de fe no siempre era fuerte, y existía el temor de que trasladarse a un lugar “donde no había Iglesia en absoluto” pudiera alejarlos aún más. Sin embargo, Marene no dudó. “Yo tenía suficiente espíritu misionero como para saber: sí, vamos a ir a Perú, ¿dónde queda eso?”, relataba. Buscaron el país en un mapa, pero Marene ya tenía en su corazón el deseo de ir.​10​ 

Buscando guía espiritual, Marion fue a consultar con su presidente de estaca. Le explicó la situación y le preguntó qué pensaba que debían hacer. La respuesta fue breve, pero suficiente para disipar cualquier duda: “Hermano Robinson, si yo fuera usted iría. Dondequiera que usted vaya, la Iglesia va con usted.” Aquellas palabras, recordaba Marene, “me llenaron, me tocaron, me inspiraron”.​10​ 

Antes de partir, recibieron sus relevos oficiales. El 22 de marzo de 1956, Marene fue relevada de su llamamiento como misionera de estaca. Para el 15 de abril de 1956, Marion Robinson fue relevado como secretario de barrio. Poco después, fueron relevados otros miembros del barrio que también viajarían a Tacna, como Elise Jarvis fue relevada como secretaria de la Escuela Dominical y maestra de Primaria, y David Jarvis como maestro de Escuela Dominical, todos miembros del barrio de Bisbee.​11​  

A principios de 1956, había comenzado la apertura de la mina de cobre en Toquepala. En esos primeros días, las condiciones eran rudimentarias: “cuando comenzó el trabajo en la mina, no había viviendas en Toquepala para las familias de los hombres, por lo que vivían en Tacna, que está a unos 160 kilómetros de la mina. Los hombres iban a Tacna una vez a la semana para ver a sus familias.” Supervisores y técnicos de Estados Unidos fueron contratados para dirigir las primeras operaciones, y entre ellos, muchos eran miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.15​ 

Escuela dominical en Tacna 

Cuando llegaron a tierras peruanas, confirmaron lo que ya sabían, “No había Iglesia en Tacna” 10​, pero fue asi como los primeros miembros comenzaron a organizar e impulsar mucha de la actividad de la iglesia en Tacna junto a las familias que venían. 

Al inicio se reunían en un lugar conocido como el Hotel Los Ángeles, una casona antigua que miraba hacia la calle principal. “Tal vez alguna vez fue realmente un hotel, pero ahora era simplemente un gran edificio antiguo y [los miembros de la iglesia] lo usaba como lugar de reuniones, ya que tenía una gran sala de estar”.​16​ 

Hotel los Angeles

Vista actual del Hotel Los Ángeles, antigua casona ubicada en la avenida Bolognesi de Tacna.

Fuente: Héctor Jiménez, para la página “Difusores de la Historia de Tacna”. Publicado en Facebook.

Con humildad y entusiasmo, los miembros comenzaron organizándose como una simple Escuela Dominical dependiente de Bisbee, Arizona. “Escribíamos y enviábamos nuestros registros a Bisbee hasta ese momento”, relataba Marene. 

La vida espiritual, aunque sencilla, no se detenía. Cada domingo celebraban la Escuela Dominical, y cada dos semanas, cuando los esposos lograban bajar de la mina, partían el pan y bendecían el agua. “El hermano Warren Smith y Marion bendecían la Santa Cena” 10, recordaría Marene, guardando en su corazón esos primeros días de fe silenciosa y perseverante. 

William Romero 

En esta época, a mediados de la década de 1950, un joven llamado William Romero comenzaba a trazar su camino en el sur del Perú tras estar terminando los estudios secundaria. Había nacido el 16 de septiembre de 1938 en Moquegua, en la calle Ayacucho, provincia Mariscal Nieto.​17​  

Su infancia transcurrió entre cambios de ciudad. Vivió sus primeros años en Moquegua, hasta que su padre enfermó de cáncer y la familia se trasladó a Lima, donde William terminó la educación inicial en el distrito de La Victoria. Un 31 de diciembre, mientras todos se preparaban para celebrar la llegada de un nuevo año, su padre era preparado para una operación. Aquella noche fue intervenido quirúrgicamente, pero falleció en la madrugada. Como la intervención se realizó en vísperas de Año Nuevo, los médicos fueron negligentes en su atención y cuidado, y su padre murió a causa de una hemorragia. Tras la muerte de su padre, la familia decidió regresar a Moquegua, su tierra natal. 

De regreso en Moquegua, William permaneció un tiempo antes de trasladarse al puerto de Ilo, ya que su madre había conseguido un trabajo en esa ciudad. Posteriormente William se mudó a Tacna para continuar con sus estudios, para luego regresar a Moquega para terminar su educación secundaria. 

La educación fue una constante en su vida, así como la fe también jugó un papel importante durante su juventud. Como monaguillo en su iglesia, servía con fervor en las celebraciones litúrgicas, soñando por momentos con el sacerdocio, aunque sus abuelos —por motivos personales— lo disuadieron de seguir esa senda.​17​ 

Al concluir la secundaria, William soñaba con convertirse en médico. La experiencia de haber sido testigo presencial del sufrimiento y fallecimiento de su padre lo marcó profundamente. Quería ser un buen médico, y por ello se preparó y viajó a Arequipa para postular a la universidad. Sin embargo, la carrera contaba con muy pocas vacantes y, aunque aprobó el examen de admisión y quedó en quinto lugar, no logró ingresar. Tras ello, regresó una vez más a Moquegua 

Fue entonces cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en un proyecto minero en Toquepala. Sin embargo, aún era menor de edad, por lo que tramitó judicialmente su emancipación, decidido a abrirse camino por sus propios medios para así poder ayudar a su familia.​18​ 

Apertura de la Iglesia en el Perú 

“Muchos miembros norteamericanos habían vivido y trabajado en Perú sin un contacto organizado en la iglesia. La apertura de nuevos puestos de trabajo, la afluencia de miembros de la iglesia y mejores contactos con los nativos fueron factores decisivos que motivaron” al liderazgo de la iglesia a pensar en Perú como un lugar donde expandir la actividad misional.​19​ 

En Uruguay, a comienzos de abril de 1956, el presidente de misión Frank D. Parry y su esposa recorrían diversos pueblos y ciudades para atender las necesidades de la creciente Misión Uruguaya. El día en que viajarían hacia la localidad de Las Piedras, en la misión uruguaya, llegó una carta proveniente de Salt Lake City. La carta era del élder Henry D. Moyle, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, quien anunciaba su próxima visita a las misiones sudamericanas. En aquella misiva, el élder Moyle expresaba su intención de reunirse con los santos, apoyar personalmente a los misioneros y conocer en profundidad el progreso del evangelio en estas tierras. Su viaje estaba previsto para finales de abril, con llegada a Uruguay a principios de junio. Esta noticia traía consigo grandes expectativas y marcaba el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia en América del Sur.​20​  

Pocos días después, el lunes 16 de abril, llegó otra comunicación desde Salt Lake City  al presidente Parry: se le autorizaba oficialmente “enviar misioneros a Perú”. La carta, firmada por el presidente David O. McKay y sus consejeros, respondía a una consulta previa sobre un pequeño grupo de miembros que se encontraba en Lima. En la carta se hacía mención específica del hermano Fredrick S. Williams, quien recientemente había informado sobre su nueva residencia en la capital peruana y había preguntado: “¿Cómo podríamos organizar nuestro pequeño grupo mormón bajo la jurisdicción de la Misión Uruguaya?”. La respuesta fue clara: “Recomendamos que envíe dos misioneros competentes a Lima, quienes, con la ayuda del hermano Williams, deberán procurar obtener autorización de las autoridades correspondientes para iniciar la obra misional”. 

La carta sugería, además, la importancia de contactar directamente a las autoridades municipales y gubernamentales para explicar “la naturaleza de nuestra obra y sus logros en otras áreas”. También se recomendaba investigar si era necesario registrar formalmente a la Iglesia ante el gobierno peruano y cómo lograrlo. “Por supuesto, será necesario asegurar alojamiento adecuado para los misioneros”, señalaba la carta, añadiendo que “el hermano Williams será valioso en este esfuerzo”. 

Finalmente, en aquella comunicación histórica, la Primera Presidencia autorizó formalmente al presidente Parry a “considerar a Lima como una rama de su misión y tratarla como tal en la administración e informes”. Dado que el hermano Williams contaba con una residencia suficientemente estable en Lima, se asumía que él podría ser nombrado presidente de la nueva rama. La carta también indicaba que, debido a la distancia y costos involucrados, los gastos del viaje de los primeros misioneros podrían cargarse a los fondos operativos de la misión. Concluía con una invitación: “Después de haber investigado, estaremos complacidos de recibir su informe”.​21​ 

Este acontecimiento abría una nueva puerta para la expansión del evangelio en Perú, enlazando los destinos de la Iglesia en Uruguay y Perú, y preparando así el terreno para una obra mayor en la costa del Pacífico.  

El jueves 3 de mayo de 1956, una comunicación enviada a toda la Misión Uruguaya anunciaba los cambios de área de los misioneros, efectivos a partir del 5 de mayo. Entre las asignaciones destacaba el traslado del élder Sherl M. Plowman, quien sería trasladado de Paysandú a Lima, Perú, y del élder Darwin Thomas, quien pasaría del área de Treinta y Tres también hacia Lima.​22​ 

Organización de la Rama Lima 

El miércoles 4 de julio de 1956, el presidente Frank D. Parry y su esposa, Sharon Louise Parry, iniciaron su viaje desde Montevideo, Uruguay, hacia Lima, Perú. Tras viajar en barco hasta Buenos Aires, continuaron en avión haciendo una breve escala en Santiago de Chile antes de llegar finalmente a Lima el día siguiente. Allí fueron recibidos afectuosamente en el aeropuerto por Frederick S. Williams, su esposa Corraine y su hija menor, Mary. 

Dos días después, el viernes 6 de julio, el presidente Parry celebró su cumpleaños en la casa de la familia Williams. Esa misma noche llegó a Lima el élder Henry D. Moyle acompañado de su esposa, como parte de su recorrido por Sudamérica. 

El domingo 8 de julio de 1956 marcó un día histórico para la Iglesia en Perú. Esa mañana, en el hogar de la familia Williams, se celebró por primera vez la Escuela Dominical bajo la presidencia del élder Moyle y dirigió Stanley Alan Moore. El presidente Parry y varios miembros más estuvieron presentes. Por la tarde, en el hogar del hermano Charles Howard Shaw en la calle Los Cedros, se llevó a cabo formalmente la organización oficial de la Rama Lima, perteneciente a la Misión Uruguaya. El élder Moyle presidió la reunión y el presidente Parry condujo. 

Tras varios discursos testimoniales y palabras alentadoras, se efectuaron los llamamientos y ordenaciones. Frederick S. Williams fue apartado como presidente de la nueva rama. Stanley Alan Moore y Charles Howard Shaw fueron apartados como primer y segundo consejeros respectivamente. “Ahora regocijemos” y “Te damos, Señor, nuestras gracias” fueron los himnos que acompañaron aquel trascendental evento, simbolizando la alegría y gratitud por este nuevo capítulo en la historia de la Iglesia en Perú.​22​ 

Primera presidencia de la Rama Lima

De izquierda a derecha: Fred G. Williams (Secretario), Stanley A. Moore (Primer consejero), Fred S. Williams (Presidente de rama), Charles H. Shaw (Segundo consejero). Fotografía tomada en el contexto de la organización de la Rama Lima, Perú, en 1956.

Fuente: Frederick G. Williams. (2014, 26 de septiembre). The Beginnings of the Church in Peru: A Personal History. Scholars Archive BYU.

Gestiones con el gobierno y comunicación con los miembros en Tacna 

La obra misional de la Iglesia en el Perú no comenzó de forma casual. Fue el fruto de esfuerzos conscientes y llenos de fe. A comienzos de julio de 1956, mientras los primeros miembros organizaban la Rama Lima, los lideres de la iglesia que hasta entonces seguían en Lima hicieron todas las gestiones necesarias para abrir legal y formalmente las puertas del país a la predicación del evangelio restaurado. 

El lunes 9 de julio, en Lima, el élder Henry D. Moyle, el presidente Frank D. Parry, el presidente Frederick S. Williams y el hermano Charles H. Shaw, junto a Clare H. Timberlake, representante de la embajada de los Estados Unidos, se reunieron para buscar una audiencia oficial con el ministro de Justicia y Religión del Perú, el general Félix Huamán. La intención era clara: establecer legalmente la presencia de la Iglesia en el país.​22​ 

Dos días después, el miércoles 11 de julio, los líderes presentaron una carta formal dirigida al ministro. Era un documento que no sólo solicitaba permiso para traer misioneros, sino que también explicaba la naturaleza misma de la Iglesia: su origen, su propósito, su sistema misional y su contribución temporal y espiritual a los países donde servía. 

“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desea dar los pasos necesarios ante el gobierno peruano… para abrir una misión con el fin de cumplir su misión cultural y religiosa”​23​ 

La carta describía que, desde su organización en 1830 en los Estados Unidos, la Iglesia había establecido un sistema misional único en el mundo, con más de 15,000 misioneros trabajando en 45 misiones distribuidas entre América, Europa, África y Asia. Aclaraba que los misioneros no eran profesionales ni empleados; eran jóvenes hombres y mujeres que, por un tiempo limitado, dedicaban su vida a la enseñanza del evangelio. “Los misioneros no reciben salario; ellos y sus familias cubren sus propios gastos”, explicaban. 

El documento subrayaba que la Iglesia respetaba las leyes de cada país donde operaba, y que, en todos los casos, los fondos recolectados como diezmo no eran enviados a los Estados Unidos, sino que permanecían en el país para fortalecer y beneficiar a sus propios miembros. “Cuando la misión esté establecida, la cantidad de dinero que ingresará al Perú será equivalente a una suma entre $200,000 y $500,000 anuales”, afirmaba la carta, evidenciando un compromiso de inversión y desarrollo, no de extracción de recursos. 

El principio era claro: “Una Iglesia que no puede ayudar a resolver los problemas temporales de sus miembros, tampoco puede resolver sus problemas espirituales”, decía la carta. De ahí que la Iglesia también estableciera programas de bienestar, educación y autosuficiencia en los países donde se asentaba. 

La carta no era solamente una solicitud burocrática. Era un testimonio de intenciones: el deseo de traer esperanza, educación, principios de autosuficiencia y principalmente la luz del evangelio restaurado a una tierra que comenzaba a abrir sus brazos al mensaje de la Restauración.​23​ 

La obra en el Perú, aunque aún pequeña en número, nacía con bases sólidas. No era un proyecto improvisado, sino el fruto de un plan sagrado cuidadosamente llevado adelante, respetando los caminos legales y con lideres con sólida experiencia previa en el liderazgo de la iglesia. 

Tacna y Toquepala, un futuro cercano 

Aunque en Lima se organizaba la primera rama oficial, desde esos mismos primeros días los líderes de la Iglesia miraban más allá de la capital. En la misma carta enviada al ministro de Justicia y Religión, se hacía una mención que sería trascendental: la necesidad de atender espiritualmente a los miembros de la Iglesia que ya trabajaban en el sur del país, en la zona de Toquepala. 

“Allí, muchos de los expertos en cargo del desarrollo de las minas de Toquepala son miembros de nuestra Iglesia”, señalaba el documento.​23​ 

No era un comentario aislado. Era una declaración de compromiso. La Iglesia no solo estaba pensando en establecerse en Lima, donde ya existía una pequeña comunidad, sino también en atender a aquellos santos que, aún sin ramas formalmente organizadas, mantenían su fe viva en reuniones que ellos mismos realizaban. 

Tacna, entonces, emergía como un punto clave. 

Apenas un día después de la organización de la rama en Lima y el envío de la carta al gobierno, el jueves 12 de julio de 1956, el presidente Frank D. Parry y el élder Henry D. Moyle enviaron un telegrama dirigido a Tacna, estableciendo contacto con el hermano Warren Smith. En este telegrama, se mencionaba sobre “la conveniencia de formar una rama allí en el futuro cercano”​22​ . No fue un gesto casual: fue una respuesta directa a la realidad que ya existía. 

Se sabía que, además de Warren Smith, había “varios otros hombres mormones trabajando en conexión con la Southern Peru Copper Mining Corporation” en la región de Tacna y Toquepala. Muchos de ellos estaban a la espera de la llegada de sus familias, preparando la tierra —en sentido literal y espiritual— para establecer allí sus hogares durante el tiempo en que estuvieran trabajando en esta zona y construir una comunidad de fe, cuando esto sucediera, habría una gran probabilidad de abrir una rama en Tacna.​22​ 

Tacna no era una nota al pie de página en los planes misionales de la iglesia. Tacna era parte del corazón de la obra en el Perú. 

La obra avanza en Perú 

El impulso misional no se detuvo. A principios de agosto de 1956, los primeros misioneros asignados formalmente al Perú, los élderes Sherl M. Plowman y Darwin Thomas, emprendieron su viaje desde Montevideo, Uruguay, rumbo a Lima, Perú, acompañados en su despedida por los líderes de la Misión Uruguaya.​22​ 

Instalados en el distrito de Miraflores, los misioneros comenzaron de inmediato a trabajar. En una carta fechada el 10 de agosto de 1956, el élder Sherl M. Plowman relataba los primeros esfuerzos: “Con la ayuda de la hermana Williams encontramos una pensión en Miraflores […] pasamos parte del día buscando un local… hemos hablado con más de 110 familias”. La tarea era ardua, pero el ánimo era firme. “Tuvimos veinte reuniones en casa con dieciocho horas de proselitismo”, escribía, añadiendo que la recepción era buena y que, en pocas semanas, esperaban realizar “cuarenta o cincuenta reuniones por semana”.​24​ 

La obra en Lima apenas comenzaba, pero ya se vislumbraba un campo fértil para el evangelio. La metodología era sencilla y poderosa: hablar con las familias, establecer pequeñas reuniones en los hogares, compartir el mensaje de la Restauración uno a uno, sin prisa, pero sin descanso. 

Mientras tanto, en el sur, la visión de organizar una rama en Tacna seguía viva. Las familias de los trabajadores de Toquepala seguían llegando poco a poco, y, el deseo de levantar una comunidad de santos en esa tierra heroica en el sur peruano se mantenía firme. 

El presidente Frank D. Parry regresó a Montevideo a mediados de julio, satisfecho con el progreso alcanzado en Lima, pero también lleno de expectativas por lo que estaba por venir en el sur. No había dudas: Tacna y Toquepala ya eran parte del futuro cercano de la Iglesia en el Perú, tejida con el sacrificio de los primeros santos y con la visión profética de aquellos que entendían que el evangelio debía ser predicado a todos los extremos de la tierra. 

La semilla estaba plantada. La fe había echado raíces. Pronto, muy pronto, en medio de aquellas tierras de desierto y cielo abierto, se alzaría una rama del evangelio restaurado. 

Fue en ese tiempo de espera y construcción que Thad Greer llegó a Tacna en agosto de 1956. “Fui contratado por Southern Peru Copper Corporation como supervisor para los estudiantes estadounidenses que estarían allí. SPCC estaba abriendo una mina en Perú […] íbamos a tener una escuela de K-8 con educación secundaria a través de correspondencia, la cual supervisaría”, recordaría más tarde.​16​ 

Consiguió una habitación en el Hotel Los Ángeles, donde también se alojaban otras familias. 

Su llegada no solo respondía a una necesidad educativa: en ese mismo tiempo, sin discursos ni anuncios, también se fortalecía silenciosamente un pequeño grupo de santos que empezaba a reunirse en Tacna. Algunos se conocían ya de la iglesia en Estados Unidos o de las reuniones informales que habían surgido entre trabajadores y sus familias estando ya en Tacna. 

No había aún capillas. No había bancas tradicionales de iglesia ni púlpitos. Pero había un anhelo sencillo y poderoso: el deseo de tener un lugar donde orar, aprender y sostenerse unos a otros en la fe bajos las llaves del sacerdocio de un liderazgo local al estar debidamente organizados en una rama. 

El sur del Perú se preparaba, sin saberlo, para recibir algo más que maquinaria, cables y oficinas. Se preparaba para levantar, piedra sobre piedra, las primeras bases del reino de Dios en esta parte de la tierra.  

El viernes 14 de septiembre, el presidente Frank D. Parry partió en avión desde Montevideo hacia Lima. Su misión era revisar el progreso de la Rama de Lima, sostener reuniones con los misioneros asignados al distrito, y luego viajar a Tacna.​22​ 

Tras su llegada a Lima, el presidente Parry sostuvo una reunión con los élderes del distrito peruano, reforzando la naciente organización que, en pocas semanas, había comenzado a consolidarse. 

El sábado 15 de septiembre, abordó un vuelo que lo llevaría a Tacna. Allí, un pequeño grupo de santos esperaba con anhelo la oportunidad de tenerlo entre ellos. 

La organización de la Rama Tacna 

La mañana del domingo 16 de septiembre de 1956 amaneció serena en Tacna. Para muchos, parecía un día cualquiera; pero para este pequeño grupo de santos reunidos en la ciudad, era el cumplimiento de sus anhelos de fe. 

Ese día, el presidente Frank D. Parry presidió la Escuela Dominical, acompañado de las familias que, en meses recientes, habían llegado atraídas por las oportunidades laborales, aún lejos de su tierra natal. 

Más tarde, en un ambiente de reverencia sencilla, tuvo lugar la reunión organizativa de la Rama Tacna, perteneciente al Distrito Peruano de la Misión Uruguaya. 


El himno de apertura fue “The Spirit of God Like a Fire Is Burning” (“El Espíritu de Dios”). 

Tal como cantó la congregación en aquel momento, “el conocimiento [sobre] Dios se extiende, el velo del mundo se ve descorrer”. Ese día, había sinceras razones para cantar y gritar, junto con las huestes celestiales: “¡Hosana, hosana a Dios y Jesús!”. Ciertamente, en aquella reunión pequeña pero solemne, los santos extendían el reino de Dios, trayendo nueva esperanza a esta heroica ciudad. 

La oración de apertura fue ofrecida por el hermano Warren Smith, uno de los primeros miembros que había participado con el pequeño grupo de miembros cuando llegaron a esta ciudad. 

A continuación, se procedió a sostener a la nueva presidencia de rama: 

  • Marion C. Robinson, como presidente de rama, 
  • Anthon Turley, como primer consejero, 
  • Thadius W. Greer, como segundo consejero, 
  • Walter A. Shupe, como secretario de rama. 

Primera presidencia de la Rama Tacna

De izquierda a derecha: Anthon Turley (Primer consejero), Marion C. Robinson (Presidente de rama) y Thadius W. Greer (Segundo consejero). Fotografía tomada poco después de la organización oficial de la Rama Tacna, Distrito Peruano de la Misión Uruguaya.

Fuente: FamilySearch.

En esa oportunidad, discurso la nueva presidencia de rama, así como el presidente Frank D. Parry,​22​ 

La Rama Tacna quedaría organizada desde ese día bajo el liderazgo de la Misión Uruguaya, recibiendo dirección y apoyo espiritual desde las oficinas de la misión en Montevideo. 

Marene Robinson, al recordar aquellos momentos, explicaría cuando se llamó a Marion Robinson como presidente de rama, él tenía poco más de treinta años. “Y eso fue un gran, gran paso en su vida”, relataba Marene. Marion no había servido una misión de tiempo completo, pero “de todos modos lo llamaron como presidente de rama”​10​, un testimonio de la confianza que los líderes y el Señor depositaron en su fe y disposición.  

Después de los discursos, la reunión se abrió para la expresión de testimonios. De manera espontánea, uno tras otro, los miembros presentes se pusieron de pie para compartir su fe. Entre ellos estaban Renold Farnsworth, James LeRoy Jarvis, Marene Robinson, Sara Ann Robinson, Peggy Jarvis, Dee Loran Jarvis, David L. Jarvis, Elsie Jarvis, Ruth Shupe, Carolyn Jarvis, Teresa Joe Farnsworth, Susanne Smith, Vickie Smith y Mary Smith.​22​ 

Sus palabras, sencillas y sinceras, fueron el testimonio vivo de que el evangelio restaurado había echado raíces firmes en aquella tierra. No era la elocuencia lo que llenaba el aire, sino la gratitud profunda y la determinación de ser testigos de Jesucristo, aún lejos de sus hogares de origen. 

Para cerrar la reunión, se entonó el himno “How Firm a Foundation” (“¡Qué firmes cimientos!”), como si las palabras mismas sirvieran para sellar el compromiso asumido ese día, como un recordatorio latente sobre en quien estaban fundados, y sobre quien debían fundar los miembros peruanos que se unirían a La Iglesia de Jesucristo, recién organizada ese día, ya que “a ricos y pobres que tengan su luz, en mar o en tierra, en todo lugar, de todo peligro, os libra Jesús”. 

Nota sobre las fuentes


Este trabajo narrativo se basa en hechos reales documentados a partir de un amplio conjunto de fuentes históricas, tanto primarias como secundarias. Se ha hecho un esfuerzo riguroso por presentar una reconstrucción fiel y comprensible del pasado, reconociendo que toda fuente —como toda memoria— está sujeta a limitaciones, interpretaciones, reinterpretaciones y silencios. Las citas, testimonios y documentos utilizados han sido evaluados con criterio historiográfico y editados con cuidado para facilitar la lectura. Aunque este relato no pretende ser una historia definitiva ni exhaustiva, sí busca ofrecer una representación honesta y documentada de los eventos que marcaron los inicios de la Iglesia en el sur del Perú.

El lector está cordialmente invitado a profundizar en las fuentes citadas, muchas de las cuales se encuentran actualmente disponibles gracias al esfuerzo monumental que realiza el Departamento de Historia de la Iglesia para su conservación y puesta a disposición pública mediante el Catálogo de Historia de la Iglesia. Su acceso abierto representa una oportunidad invaluable para investigadores, miembros y lectores interesados en seguir explorando el pasado con mayor detalle y amplitud.

Este artículo forma parte de Legado de Promisión, un espacio dedicado a rescatar, documentar y compartir la historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el Perú. Su propósito es animar a más personas a investigar este legado y proporcionar un lugar de encuentro y difusión donde puedan publicar sus propios hallazgos y contribuciones en español.

Fuentes citadas: 

​​1. Cavagnaro Orellana LV. Materiales para la Historia de Tacna: Reincorporación (1927-1930). 1a ed. EGESUR, editor. Vol. 16. Tacna; 2019. 138–179 p.  

​2. Deseret News. Chile returns Tacna to Peru. Deseret News [Internet]. el 29 de agosto de 1929 [citado el 24 de abril de 2025];8. Disponible en: https://newspapers.lib.utah.edu/ark:/87278/s6nd0z21/25341747 

​3. FamilySearch. “Arica, Tarapacá, Chile registros,” imágenes, Archivo General del Registro Civil en Santiago. Narciso Alberto Jimenez Hinojosa [Internet]. FamilySearch. [citado el 24 de abril de 2025]. Disponible en: https://www.familysearch.org/es/tree/person/details/LYNB-X15 

​4. FamilySearch. Peru, Tacna, Civil Registration, 1850-1998, Juana Santa Maria Montealegre [Internet]. FamilySearch. [citado el 24 de abril de 2025]. Disponible en: https://www.familysearch.org/es/tree/person/details/LC8L-LQT 

​5. Jiménez Santa María M del C. Conversación con el autor, Mario Jiménez Santa María. La grabación obra en el archivo personal del autor. Tacna; 2020.  

​6. Fortunato Zora Carvajal. Tacna, Historia y Folklore. 1a ed. Tacna: Imprentas del Sur S.C.R. Ltda.; 1987.  

​7. Preble C. Un Minero Americano en Perú: Una Lección en Paciencia y Perseverancia. G7 Consultores SAC,; 2016.  

​8. Southern Peru Copper Corporation. Toquepala [Internet]. 1960 [citado el 3 de agosto de 2023]. Disponible en: https://issuu.com/wcaballero/docs/toquepala_peru_book_e0467e5e16580f 

​9. Guzman Valencia LF. Leopoldo F. and Juana Guzman interview: Arequipa, Peru, 2015 September 21. OH 8957 [Internet]. Church History Library. 2015 [citado el 22 de noviembre de 2022]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/d8ffa4df-bdd5-4f78-8100-767051ce5ad4/0?view=summary&lang=spa 

​10. Robinson MW. Marene W. Robinson interview: Colonia Juarez, Mexico, 2012 July 19,OH 5529. Church History Library [Internet]. el 19 de julio de 2012 [citado el 25 de febrero de 2025]; Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/6cfa111d-02e1-437a-bd85-060d65f8e6f9/0?view=summary&lang=spa 

​11. Bisbee Branch MM. Bisbee Ward general minutes, 1902-1973, LR 741 11. Church History Library.  

​12. Gill JO. Biography of Kuno Doerr Jr, 2009-2010, MS 22897. Church History Library [Internet]. 2009 [citado el 25 de febrero de 2025]; Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/1e6a86c5-ef5f-428b-a8c2-17be2caf7abf/0?view=summary&lang=spa 

​13. Deseret News. Ex-S.L. Man Heads Peru Copper Firm. el 27 de octubre de 1955 [citado el 3 de junio de 2023];26. Disponible en: https://newspapers.lib.utah.edu/ark:/87278/s6421vtx/25589459 

​14. Greer TW. Carta de Nelma Greer a Sister Larry W. Thompson. MS 28110 [Internet]. Church History Library. 2014 [citado el 28 de julio de 2024]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/12300a56-3ea2-4b9a-8f07-eb96152cdb0a/0?view=summary&lang=spa 

​15. Toquepala Branch. Toquepala Branch general minutes, 1957-1970. LR 9224 11 [Internet]. Church History Library. 1957 [citado el 10 de agosto de 2023]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/ee5c6679-d71b-447a-8907-a10facb5a879/0?view=summary&lang=spa 

​16. Greer TW. Thadius W. Greer papers, 1956-1962, 2014 / Letter and autobiography excerpts, 1956-1959, 2014.MS 28110 [Internet]. Church History Library. 1956 [citado el 28 de julio de 2024]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/12300a56-3ea2-4b9a-8f07-eb96152cdb0a/0?view=summary&lang=spa 

​17. Romero Gomez WC. Historial de William Romero (autobiografía). OH 8733 [Internet]. Church History Library. 2015 [citado el 16 de noviembre de 2022]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/assets/33b35561-1a84-451b-b894-495c789cc1b2/0/2 

​18. Romero Gomez WC. William C. and Nancy R. Romero interview: Lima, Perú, 2015 October 24. OH 8733 [Internet]. Church History Library. 2015 [citado el 16 de noviembre de 2022]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/33b35561-1a84-451b-b894-495c789cc1b2/0?view=summary&lang=spa 

​19. Douglas R. McKay. Missionary Work Fostered High In Peruvian Andes Mountains. Deseret News [Internet]. el 17 de enero de 1959 [citado el 17 de junio de 2023];22. Disponible en: https://newspapers.lib.utah.edu/details?id=25447754&q=in+tacna&sort=rel&year_start=1957&year_end=2004 

​20. Uruguay Montevideo Mission. Carta del 5 de abril de 1956. Uruguay Montevideo Mission manuscript history and historical reports, 1947 July-1976 March LR 9621 2. 1956;  

​21. Uruguay Montevideo Mission. Carta del 16 de abril de 1956. Uruguay Montevideo Mission manuscript history and historical reports, 1947 July-1976 March LR 9621 2. 1956;  

​22. Uruguay Montevideo Mission. Uruguay Montevideo Mission manuscript history and historical reports, 1947 July-1976 March. LR 9621 2 [Internet]. Church History Library. [citado el 24 de marzo de 2025]. Disponible en: https://catalog.churchofjesuschrist.org/record/f69c07c0-e89a-4b4e-b4de-f03edf2d332f/0?view=summary&lang=spa 

​23. Uruguay Montevideo Mission. Carta del 9 de julio de 1956 al Ministro Félix Huamán. Uruguay Montevideo Mission manuscript history and historical reports, 1947 July-1976 March LR 9621 2. 1956;  

​24. Uruguay Montevideo Mission. Carta del 10 de agosto de 1956. Uruguay Montevideo Mission manuscript history and historical reports, 1947 July-1976 March LR 9621 2. 1956;  

​ ​ 


Una respuesta a “Capítulo 1: “Dondequiera que usted vaya, la Iglesia va con usted””

  1. Avatar de Herbert KEIM
    Herbert KEIM

    Excelente como siempre Marvin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *